17.4.07

ENCUENTRO CON CLAUDIO BRACHETTA
LO QUE GUARDA LA MEMORIA

COLLAGE QUE PERTENECE A LA TAPA DEL Nº5 DE REVISTA LA LINTERNITA

Rock con sabor a tierra. El rock como portador de la sangre que visita los sitios ancestrales, donde el origen son los viejos en casa cuando éramos pequeños y los antiguos habitantes que gritan detrás de nuestra “civilización”.
Por esas senda anda Claudio Brachetta, tipo de presencia sincera, de palabras simples, que repite palabras como mate, agua, vino; y crea para darnos de beber cuando la sequedad en la que deviene cierta cultura nos ataca, nos arroja al desierto más desierto, no el desierto vivo de los huarpes, sino el verdadero desierto al que parecemos caer cuando chasquean sus dedos las soledades.


Nuestra historia está en la calle, por suerte la vida te pone nuevas vidas para salvarte; y el lo sabe muy bien, un músico, que desde el interior del país vive y sobrevive en su tarea de ser músico no tiene otra que agarrarse de esas nuevas vidas… para salvarse.
“Mis hermanas, a fines de los ’60 tenían un trío de dos guitarras y un bombo, y cuando ensayaban mi vieja era onda Te callás y escuchás o te vas a jugar a la pelota afuera.” Así, desde la cuna se amasa el artista. En esta nota, van algunas historias que el Brachetta nos cuenta de su camino, su vida, esa mixtura entre lo folclórico, y lo roquero, entre el teatro, la producción y el piano, o la guitarra… o el micrófono para una voz que pueda decir…
Situados en su casa de Luján, en una Mendoza por momentos desagradecida con muchos de sus creadores, apretamos rec, y nos sentamos a escuchar, a charlar…


Primeros Pasos
Empecé tocando el bombo y después la guitarra con un par de maestras que armaban coros y agrupaciones en la escuela. En séptimo grado yo quería tener una banda. Me acuerdo que le escribimos una carta con unos amigos al presidente Perón, porque necesitábamos que nos ayudara con plata para comprar instrumentos. Por supuesto, nunca supe si le llegó. En esa época aparecen en mi vida los Beatles.
Además mi viejo era loco por el cine. Teníamos dos cines a media cuadra, el Cine Argentino y el Cine Colón, entonces vivíamos ahí. También íbamos a los del centro. Teníamos mucho contacto con la vida cultural de la ciudad.
En Mendoza a fines de los ’60, principios de los ’70 hubo un auge de bandas… había rock. Mi primera banda fue en la escuela secundaria, un dúo acústico. Hacíamos canciones de Sui Generis, canciones nuestras…
Mis hermanas me traían la influencia de la música, porque eran mayores y además siempre fueron militantes de la vida, digamos. Centros de estudiantes, la JP, y a través de eso Mercedes Sosa, Pedro y Pablo, y ahí aparece Spinetta como un gran referente en mi vida musical. Después Charly, la música “progresiva”…
Yo hice la secundaria en el Pablo Nogués, ahí conocí al Marciano (Cantero), al Sergio Bonelli, grupos como Leyenda o Altablanca, una banda referente en Mendoza.


Dictadura y rebelión
Vino la dictadura y no sólo muchos artistas estaban prohibidos, sino que además costaba conseguir discos. Algunos los traían de Buenos Aires y nos los pasábamos. Yo tenía un Wincofón amplificado al lado del piano. Ahí empieza la historia de estudiar piano. Me acuerdo que un día me fui a Rivadavia con unos amigos en un rastrojero y nos trajimos un piano que pesaba muchísimo. Lo trasladaba para todos lados, hasta que pude, a fines de los ’70 comprarme el órgano electrónico.
En el Pablo Nogués entrábamos a la 7 de la mañana y salíamos a las 7 de la tarde… y después… a las 10 de la noche… ¡era un internado!
En el año ’79 queríamos hacer un recital con el Osvaldo Ciccioli (mi hermano musical), los Enanos Verdes… y nos prohibieron. La llamaron a mi vieja de la escuela, porque el director era un milico, y el tipo le dijo que el nene no siguiera intentando hacer actos subversivos… ¡y nosotros queríamos hacer un recital para reunir a los locos y juntar unos mangos para el viaje de egresados...!
Ese era el clima que se vivía, todo lo que se hacía era clandestino, e increíblemente convocante. El rock se bancó muchas cosas. En esa época se emparentó mucho con el folclore, Mercedes Sosa, Charly, el Cuchi Leguizamón…

Desde el ’76 más o menos, el Teatro Pulgarcito fue el teatro del rock, los domingos, después del teatro para chicos. Y se “recontrallenaba”. Un día cayó la cana y me acuerdo que terminé huyendo con el Mario Mátar por atrás, saltando el alambrado, él con la guitarra; yo era del público y ahí nos conocimos. Y creo que ese fue mi punto de partida, decir bueno, ahora tengo que hacer algo, y empecé con un par de profesoras de piano en Luján. Después entré en la Escuela de Música, aunque mi formación la continué en Buenos Aires de manera no académica, con Manolo Juárez, Carlos Álvarez, también estudié y me hice muy amigo con Leo Masliah (con él vi por primera vez a Los Redondos al Teatro Bambalinas).
Volviendo a la época de la dictadura, en el ’81, hubo un recital de Los Jaivas y León Gieco en el cine City. Cuando terminó había una sola salida abierta, y en la puerta, ocho celulares y como 200 milicos. ¡Se armó una! Corríamos por adentro, hasta que nos pudimos escapar. Teníamos miedo… sentíamos una sirena y nos tirábamos de panza en la acequia.
Por esa época yo armo mi primera banda formal que se llamó Vereda con Luis Munier, Fernando Moya y, de Luján, Hernán Chavero. Ensayábamos en donde era Casa Arteta, cerca de la plaza, y hacíamos recitales que se llenaban. Tocaba Marcelo Rojas, Pablo Estrella, Marcos Rivarola… había una movida.
Tocábamos en una radio trucha que transmitía por hora, la primer FM de acá.
Cuando vino lo de Malvinas tocamos en el Teatro Independencia junto a bandas grandes de Mendoza y eso cambió todo. Vereda se desarmó y me fui a tocar a Amauta, donde toqué por primera vez con el Mario Mátar. Entonces empecé a vivir en el centro, mis viejos siempre me apoyaron.
Tuve también una banda que se llamaba Moviola. En esa época me relaciono con el teatro, la gente del Goethe, de donde deriva el grupo Cajamarca, de Gladis Ravalle. Entonces conozco a Paula Tejada, la hija de Armando Tejada Gómez, me casé con ella y me fui a vivir a Buenos Aires.
De Armando tengo muchas anécdotas. Me acuerdo que él había visto una casa en una calle que se llamaba Sudamérica. Estaba destruida, pero se la compró por el nombre de la calle. Íbamos a ayudarle con las cañerías, a pintar… ahí estaba Victor Heredia, mucha gente. Un día Armando me dice, van a venir unos amigos a comer y vos te hacés unos pollos ricos, así que venite más temprano y los hacemos. Cuando golpean la puerta voy a abrir… y era Carlos Alonso con el Cuchi Leguizamón. Yo me veía entre ellos tres y decía… ¡qué estás haciendo acá!
Con Armando seguimos la relación, a pesar de que me separé de su hija. El siguió viniendo y se quedaba acá en mi casa.
Previo a afincarme en Buenos Aires formamos con Javier Segura y Alejandro Tomba una banda muy escénica, con mucha ironía. Se llamó La Rebelión. En tres recitales la banda irrumpió en Buenos Aires, nos fue a ver Charly García, nos vio también acá en Mendoza, Tuvo de todo esa banda. Duró seis años, entre el ’88 y el ’93. Grabamos dos casetes que se repartían de mano en mano, tocamos mucho en Buenos Aires, pero hacíamos giras por Mendoza, San Juan, San Luis, a veces con los Caín Caín (Daniel Martín y Fernando Barrientos). Durante La Rebelión conozco a mi actual esposa, Beba Yarza. Después las cosas cambiaron, vino la reelección de Menem, había mucho milico, pero milico de pensamiento, y La Rebelión se separó por cuestiones internas. Ahí laburé en el Teatro Independencia, en el área de producción general. Laburé con Serrat, Mercedes Sosa, Baglietto, hacía diseño de escenario, diseño sonoro. Lo conocí a León Gieco e hicimos algunas cosas por los barrios, yo como productor.


No tan desierto
En el año ’94 me sale la oportunidad de ir con Luisa Calcumil al campo de Lavalle, (iban con nosotros Sandra Amaya y Marcelino Azaguate) y ahí otra vez todo cambió… otra puerta nueva.
Me impactó el paisaje y la gente. Personas bellísimas de corazón, con una gran ética, algo que acá se había perdido. Acá todo se compraba, todo se vendía…
La gente me decía “Nosotros no vivimos en el desierto, vivimos en el campo, un campo agreste; pero si hay gente, animales, plantas, quiere decir que hay vida, y si hay vida no hay desierto”.
Ahí yo comprendí lo que son las comunidades huarpes, la lucha por las tierras.
En medio de esos 5 ó 6 días por los pueblos, le pregunto a un maestro de allá si les hacía falta un profesor de música, y me dice que estaban empezando con un proyecto nuevo, que iban a llevar escuelas secundarias. Me presento en el concurso y me seleccionan para trabajar.
Cursaban los padres con los hijos, porque algunos no habían terminado la secundaria. Eran pocas familias por pueblo, había pocos apellidos.
Con ellos compartí sus Fiestas Patronales, donde se mezcla lo pagano con lo religioso. Hicimos obras de teatro (como Tres jueces para un largo silencio, de Andrés Lizárraga), a la que terminó yendo gente de otros pueblos, se juntaban hasta mil personas.
En el 2001, con la caída de De La Rua, todo este trabajo pasó a la Dirección de Escuelas y la nuestra terminó siendo una escuela más.

Volviendo a Luján
Después de esta experiencia quedé desocupado y volví a agarrar la guitarra. Actué un par de veces para la Biblioteca Alberdi, cuando estaban peleando para construir el nuevo edificio. Volví al teatro y en el 2003, motivado por el Mario Mátar grabé un disquito con tres temas, al que le agregué después dos mas, uno con el Coco Cabrini, e hice una edición para amigos y familiares. Uno de los temas apareció en una Vendimia y gané un certamen Americanto, quedé entre los cuatro finalistas y toqué en el Anfiteatro para 15000 personas.
En ese momento formo Agrelo y un poco después Del Médano. Por otra parte venía desarrollando desde el ’98 un proyecto con el Oaki Cáceres (ex - Karamelo Santo) que se llama Los Gallitos Cantores, un espectáculo didáctico-musical.


CACERÍA: el disco
Cacería es el cierre de una etapa, es dejarla registrada como un cuadro en la pared. Yo me considero un cronista, y mis canciones tratan de pintar lo que yo veo. Son once canciones que datan del ’99 en adelante. Tienen mucho que ver con los años en Lavalle, hay mucha preponderancia de ritmos folclóricos pero sin estructura formal. Decidí tomar el espíritu del ritmo, la palabra, el clima, el paisaje, pero con letras que son muy urbanas. Lo de la cacería es porque tengo que alimentar y cobijar a los que tengo alrededor. Yo fui parte del pichonaje y me dieron comida y abrigo.
Del tema Piel de cóndor sale el título del disco. Empezó como un poemita que escribí en el 2003, y en el 2004 cuando cayó la tormenta que se llevó una parte de Perdriel, lo volví a ver y dije… no puede ser, estaba ahí la cuestión.

:: Para escuchar Piel de cóndor hacer click aquí.

:: CACERÍA fue registrado en La Cobacha, un estudio de grabaciones de Luján, y
editado independientemente. Para quienes quieran adquirir el disco
comuníquense con
elbrachetta@hotmail.com.

Después de la Cacería
Actualmente Claudio se encuentra preparando material para su próximo disco. Parte de ese material se presentará este 19 de abril en el Quintanilla, entre viejas canciones.

Realmente conmueve la coherencia de los artistas que miran de frente, esos que no se esconden entre las luces sino que salen a iluminar. Ahí está Claudio, el que canta …y yo soy de los que invento y creo en las mariposas que se llevan el dolor, y los que lo conocemos sabemos que es así. Remata la charla diciendo:


Como decía un profesor, con dos chapitas de cocacola se puede hacer música, ya llegará el teclado y lo demás.
Y han ido llegando, me ha costado no morfar…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, comparto la memoria de Claudio porque he sido contemporaneo a esas vivencias, yo desde el teatro y la escenografía, es un recuerdo imborrable y cuesta creer que lo miremos a tanta distancia en el tiempo, pero leerlo ha sido una forma de revivir aquellas épocas, dif�ciles pero gloriosas. Un abrazo
Jorge Aveni

P dijo...

Un monje le preguntó a Joshu: "Este perro, ¿tiene la naturaleza de Buda?"

Joshu no dijo ni Mu.

Anónimo dijo...

Me acuerdo cuando yo era chiquita y mi Tio Claudio nos sentaba a mi y a mi hermana Pauli al lado del grabador y juntas le haciamos los coros de canciones muy graciosas...que buenos tiempos no?
Hoy soy una de sus fans...la mas fanatica de todos...y eso que somos muuuuchos! Sole